VERSOS QUE SALEN AL ENCUENTRO
Me gusta mucho la poesía, pero a la hora de elegir un libro de lectura, casi siempre los narradores les ganan el pulso a los poetas. Supongo que en el fondo de mí habita –y habitará siempre- una niña ávida de que le cuenten historias. Pero no hay problema: los versos a menudo encuentran la manera de abrirse paso hasta mí, incansable lectora de vidas ajenas e inventadas. Porque las novelas y los relatos traen de vez en cuando, oculto entre sus páginas, el regalo de un poema. Por unos instantes, se nos da permiso para bajarnos de ese tren que nos lleva imparable por los avatares de la trama y hacer todas esas cosas deliciosas y perturbadoras que un poema da de sí: leer en voz alta, releer, apreciar la música de las palabras, pensar, estremecerse.
El último regalo de este tipo me lo acaba de hacer Paul Auster en su Diario de invierno. En un momento dado, Auster reflexiona observando su mano derecha, esa que sujeta la pluma con la que tantas páginas ha escrito. Y se acuerda del poeta británico John Keats, al que una meditación similar llevó a escribir a finales de 1819 el breve poema titulado Esta mano viva. Que dicho poema nació de un impulso lo prueba el hecho de que su autor lo garabateara en el margen de otra composición más larga en la que estaba trabajando en ese momento. Esta mano viva es una concisa, intensa reflexión sobre el instrumento básico del poeta y de la persona, la mano capaz de escribir versos y también de tenderse hacia el ser amado para tomar contacto con su piel. El poema cobra una dimensión estremecedora si conocemos un dato añadido: cuando lo escribió, a John Keats, enfermo de tuberculosis, le quedaba poco más de un año de vida.
ESTA MANO VIVA
de John Keats (1795-1821)
Esta mano viva, ahora tibia y capaz
de apretar con fuerza, si estuviera fría
y en el glacial silencio de la tumba
te perseguiría cada día y de noche tus sueños helaría
hasta que desearas dejar tu corazón sin sangre
para que en mis venas la roja vida fluyera otra vez
y tu conciencia se calmara…, mira, aquí está…,
la tiendo hacia ti.
'Diario de Invierno' es un Auster menor! No acabo de pillar ese recurso a la segunda persona para hablar de sí mismo. Aún así, es Paul Auster!!!!
ResponderEliminarSí, estoy de acuerdo contigo: incluso cuando escribe obras menores como esta, Auster rebosa talento y arte para narrar. Aun así, yo agradecería recuperar al Auster de los viejos tiempos, al que nos brindó novelas inolvidables como "El Palacio de la luna", "La música del azar", "La noche del oráculo", que son estupendas ya desde la misma sonoridad de sus títulos.
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