POLÍTICAMENTE CORRECTO
Hace algo más de un mes, me sobresaltó la noticia de que Puffin Books, el sello infantil de la editorial Penguin Random House, había realizado una reedición de las obras de Roald Dahl con modificaciones encaminadas a evitar que ciertas sensibilidades se sintieran heridas. Al parecer, el genial autor que llenó de inteligencia y sentido del humor exento de ñoñería sus relatos para niños (idénticos humor e inteligencia que caracterizan su obra para adultos) había sido sometido al filtro de lo correcto. De esta forma, el glotón August Gloop de Charlie y la fábrica de chocolate ha dejado de ser denominado “gordo”; las brujas de la novela homónima, esos mo nstruos que yacen ocultos bajo la tranquilizadora apariencia de señoras corrientes, han experimentado una fulgurante y anacrónica promoción profesional, pasando de ser mecanógrafas y cajeras de supermercado a prestigiosas científicas o directoras de empresa. Se ha entrado a saco en la adjetivación para eliminar no solo los calificativos r