SUSANA Y LOS RAYOS X
Hoy, Día Internacional contra la Violencia de Género, me parece el momento más adecuado para escribir esta entrada, que tengo proyectada desde hace un par de meses. Se trata de una historia protagonizada por dos pintoras separadas por cuatro siglos y unidas, sin embargo, por su actitud combativa. En ella tienen un papel importante un episodio bíblico, un falso arrepentimiento y el poder revelador de los rayos X.
Empecemos por la Biblia. El episodio de Susana y los viejos es una de tantas historias incómodas para la sensibilidad moderna que atesora el Antiguo Testamento. Se trata de un texto cuya canonicidad ha sido ampliamente discutida y que, según la tradición, es incluido en el Libro de Daniel, excluido de él o bien considerado apócrifo. Pero vamos con la historia: la hermosa Susana es deseada por dos viejos jueces que la espían en secreto e intentan que corresponda a sus requerimientos amorosos. La joven los rechaza y desencadena por ello una mezquina venganza de sus perseguidores, quienes, aprovechándose de su situación de privilegio, llevan a juicio a la muchacha acusándola de adulterio y consiguen que sea condenada a morir lapidada. Aquí viene un quiebro sorprendente de la trama, con la intervención de un profeta Daniel de corta edad que, con sagacidad propia de detective experto, propone que se interrogue por separado a los dos acusadores. Las contradictorias declaraciones de ambos traen como consecuencia la puesta en libertad de la inocente Susana y la ejecución de los falsarios en su lugar. Como se puede apreciar, esta historia de la inocente acusada es una pequeña novela negra en el interior del Antiguo Testamento.
Pero también es mucho más. La escena de los viejos rijosos espiando a la bella joven, casi siempre representada en el acto de bañarse, ha sido una fuente de inspiración de incontables obras de arte a lo largo de la historia. No es difícil encontrar el motivo: la sensualidad del baño, la recreación del hermoso cuerpo femenino y el contraste con la repulsiva lascivia de los acosadores ofrece a los artistas la oportunidad de desplegar sus dotes para el estudio anatómico, aparte de poseer un componente morboso que sin duda es un añadido a la hora de reclamar la atención. También hay numerosos pintores que han elegido representar en solitario a la heroína de este episodio, y bajo el piadoso título de La casta Susana representan escenas de considerable erotismo en las que la joven se exhibe semidesnuda en la intimidad de un jardín o un enclave natural, convirtiéndonos así, con su santa inocencia, en un trasunto de los viejos mirones. Que yo sepa, son mucho menos frecuentes las obras que representan los momento más dramáticos de la historia, aquel en que Susana es condenada a morir o aquel otro en que el pequeño Daniel impide que se cumpla su trágico destino. Está claro que los pintores, en su gran mayoría hombres, se decantan por el lujo de los sentidos. Pero vamos a ver qué es lo que han hecho con esta historia las mujeres.
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