SE VAN LAS GRULLAS

Desconozco los hábitos migratorios de las grullas. El caso es que las que me han estado acompañando durante todo un año emigraron anoche con dirección desconocida, poco antes de que se extinguiera el 2014. Llevaban exactamente 365 días desplegadas frente a mis ojos en una hermosa formación aérea que no las conducía a ninguna parte; era, pues, el momento oportuno de partir. Pero que no se asusten los naturalistas ante tal despropósito ornitológico: eran unas grullas pintadas.


Mil grullas es una pintura sobre seda realizada por el artista japonés Kayama Matazo en 1970. Se trata, en realidad, de la decoración de un biombo de seis paneles. El tema procede de una antigua leyenda japonesa y está muy ligado al origami, arte consistente en la fabricación de figuras por medio del plegado de papel. Según asegura la tradición, el que fabrica mil grullas por ese sistema obtiene un deseo que le concederá una grulla auténtica. La leyenda alcanzó mucha popularidad en el siglo XX de la mano de Sadako Sasaki, una niña de Hiroshima que pidió curarse de la leucemia causada por la radiación de la bomba atómica y que murió antes de poder completar el millar de figuras. La combinación de la vieja leyenda con la historia reciente ha dado como resultado la enorme popularidad del motivo: las mil grullas se han convertido en un símbolo de la paz y existen esculturas, pinturas y libros que toman como base el tema de las aves de papel y las mágicas expectativas asociadas a ellas. Como el bello biombo de Kayama Matazo que ha adornado la cabecera de este blog durante doce meses.

Se fueron las grullas, se fue el 2014. Es inevitable que la parte más ingenua y esperanzada de mí afronte el cambio albergando en el corazón algún deseo secreto que me gustaría que una grulla me concediese. Como no soy diestra en el arte del origami, la mejor posibilidad que el papel me ofrece es llenarlo de palabras.

Comentarios

  1. ¡Que delicia de entrada! La historia del biombo, la leyenda de los deseos, y tu narración, tan hermosa como las grullas.

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    1. Me alegro mucho de que te guste. Y también de seguir contando con tu presencia en este rincón. Un abrazo.

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  2. Pues yo he despedido a las grullas con mucha tristeza. Me ha costado verbalizarlo. Pero no es la primera vez. Cada vez que cambias siento que algo que ya era mío se va. L

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    1. A mí también me puso melancólica ver cómo se marchaban. Pero de vez en cuando lo siento como una necesidad imperiosa: dar un golpe de timón, limpiar para empezar de nuevo..., dejar irse a las grullas.

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