ECOS DEL 8M
Llego tarde a dejar en este espacio mis impresiones sobre el reciente 8 de marzo. Últimamente llego tarde a casi todo: supongo que es algo relacionado con esta cojera que me tiene medio postrada y en plena pausa laboral, aunque me cabe la duda de si la inoperancia de mi pierna izquierda es la causa de esa incapacidad exasperante para afrontar mi vida tal como la tengo establecida o si se trata más bien de un reflejo, una especie de metáfora corporal de mi lentitud de los últimos tiempos, de mis fuerzas menguantes y de la necesidad de asumir que las energías de la juventud no duran para siempre. «La vida no es de chicle», le oí decir a Rosa Montero en una entrevista hace meses, para explicar sus dificultades a la hora de estirar el día y encajar en él todas las actividades de su existencia de escritora popular y multitarea. El mío —mi chicle— hace bastante que adolece de una molesta falta de elasticidad. Es un chicle que he mascado demasiado, que ya no sabe a nada y que no sirve para ha