EN EXPOSICIÓN (I): ALEX KATZ / GUILLERMO PÉREZ SIQUIER / PAOLO GASPARINI
Una simple imagen en una
pantalla no puede reproducir la emoción que causa encontrarse frente a Paraguas
azul del pintor estadounidense Alex Katz. Se trata de un lienzo de enormes
dimensiones, como es frecuente en este artista imbuido por las propuestas
vistosas y coloridas del arte pop, a las que añade un toque de melancolía
inconfundible. El resultado, más que asemejarse a un cartel publicitario, como
sucede con otros artistas del mismo movimiento, produce al que lo contempla la
impresión de encontrarse ante una pantalla de cine en la que se proyecta el
primer plano de un personaje. La modelo en esta ocasión es Ada, la esposa del
artista, una de esas mujeres de ojos grandes que desfilan por los cuadros de
Katz, con frecuencia serias y abstraídas, rara vez sonrientes. A la vaga
tristeza que asalta a las protagonistas de sus cuadros se une en este caso la presencia
de las gotas de lluvia que atraviesan el rostro de la mujer, en una evocación
de las lágrimas. Una exposición en el Museo Thyssen de Madrid da la posibilidad
hasta el 11 de septiembre de sumergirse en el universo de este artista, de
detenerse frente a sus simulacros de fotogramas e intentar imaginar cuál es el
argumento de la película de la que solo se nos brinda un instante.
Parafraseando el título
del célebre cuadro de la pipa de Magritte, empezaré diciendo que “esto no es
una pintura”. Se trata de una de las fotografías pertenecientes a la serie Formalismos
del recientemente desaparecido Guillermo Pérez Siquier, que se pueden
contemplar en la exposición de la Fundación Mapfre que durante este verano
ofrece un resumen de la variada trayectoria del fotógrafo. Esta imagen
abstracta y de sugerente armonía cromática es un detalle de la pared de una
vivienda del humilde barrio de La Chanca, en Almería. Pérez Siquier había
documentado con rigor la dura vida de los habitantes de dicho barrio en la década
de los cincuenta, en una impresionante serie fotográfica en blanco y negro que
tiene también una importante presencia en la exposición. Cuando en 1965 el
ayuntamiento decidió derruir un sector de La Chanca, que proyectaba una imagen
de miseria incompatible con el proyecto de modernización de la ciudad, quedaron
al aire los interiores de numerosas viviendas, con fragmentos de muro llenos de
desconchones, resultado de la acción humana a lo largo de los años. El
fotógrafo se lanzó de nuevo a recorrer el familiar barrio, esta vez con un
carrete en color y una perspectiva alejada de la figuración y centrada en el
juego formal y la experimentación. El resultado es impresionante: el punto de
vista de Pérez Siquier encuentra vida y armonía en estos emocionantes testimonios
de la sucesión de las generaciones. ¿Dije al principio que esto no era una
pintura? Tal vez sí: se trata de una pintura realizada por el paso del tiempo.
Juguemos a descifrar esta
imagen. Un avión vuela a baja altura, de forma incomprensible, por una calle de
la ciudad. Al instante comprendemos que se trata de una maqueta y que lo que
estamos viendo es su reflejo en un cristal, casi con seguridad un escaparate.
Pero el enigma dista mucho de estar resuelto. En el ángulo superior derecho, un
cartel con el logo invertido de la compañía aérea KLM nos alerta de que estamos
viéndolo al revés. ¿Solo el cartel, o algún elemento más de la escena? El
reflejo en el cristal de una serie de objetos inidentificables aumenta nuestra
confusión. Entonces nos damos cuenta de que no sabemos dónde está situado el
fotógrafo y, de rebote, nuestra posición de contempladores empieza a flotar
también en la incertidumbre. ¿La cámara está dentro del local comercial,
apuntando hacia la calle? ¿O el fotógrafo se ha apostado en el exterior,
enfocando con su objetivo el escaparate y evitando por medio de alguna hábil
maniobra salir él mismo reflejado? Esta
imagen que tanto margen deja a la reflexión se titula Volando bajo y fue
tomada en Londres en 1982 por el fotógrafo venezolano Paolo Gasparini, como
parte de la serie Retromundo. Gasparini pertenece a esa categoría de
fotógrafos que considera que su labor es la de documentar la realidad, y así lo
hace con despojada honestidad, lo cual no le impide acudir a complejos y
expresivos artificios como el del juego de reflejos. Este y otros laberintos
ciudadanos, testimonio y símbolo del caos de la existencia humana, pueden ser
descifrados hasta finales de agosto en la exposición de Fundación Mapfre que
repasa su trayectoria. Todo un reto.
Hola Beatriz, es sobre la exposición de Álex Katz, la vi antes de las vacaciones y me pareció muy interesante que fuera sobre un pintor todavía vivo. Voy leyendo artículos sobre ella y al leer el tuyo me ha gustado mucho. Muchas gracias.
ResponderEliminarGracias a ti, anónimo o anónima visitante. Me alegra saber que mi comentario ha sido de tu interés.
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