LIBRETA DE LECTORA (I)
Luchar
contra la labor del olvido, buscar un anclaje en el curso constante de las
palabras, tender un puente hacia los territorios del pensamiento ajeno que
sentimos como propios; tales son los objetivos de todas esas marcas físicas que
pueblan los libros que ya hemos leído: frases subrayadas, adhesivos pegados al borde
de las hojas, papeles, pétalos y marcapáginas dispuestos en puntos
estratégicos. Los volúmenes que componen mi biblioteca están repletos de esas
señales del empeño más vano del lector: el de retener en la cabeza el mayor
número de palabras, ideas y emociones fruto de la lectura.
Desde
hace unos meses, los pasajes que me impactan de forma especial aparecen en una
sección de este blog que he titulado Libreta
de lectora en recuerdo de los cuadernitos que de joven abarrotaba guiada
por idéntica intención. Los he ido renovando de forma periódica y una vez
retirados no pensaba volverlos a incluir, pero hace un tiempo una lectora
habitual de este espacio me preguntó por una de esas citas, que ya no podía
localizar, y me pareció una buena idea reunirlas en entradas sucesivas. Aquí
está, pues, la entrega inicial, con las veinte primeras dispuestas en el mismo
orden en que fueron publicadas, trazando un panorama variado de voces,
interpretaciones de la realidad o formulaciones afortunadas. Hablan de amor,
del acto de escribir, de la compleja relación con nuestros semejantes, de la
angustia de estar vivo. Permanecen, como islas o montañas erguidas en un
territorio llano, mientras las palabras que las rodean en la obra original van
cayendo poco a poco, víctimas del olvido.
«Debería
haber todo un lenguaje aparte, pensó, para aquellas palabras que son más
verdaderas que otras, para la verdad total y absoluta».
«Se
dio cuenta de que veía la muerte como una especie de aventura, algo nuevo que
nunca había experimentado. Como un insólito viaje de vacaciones».
Anne Tyler, Reunión en el restaurante Nostalgia
«―Nadar
es lo más placentero que hay después de volar ―le había dicho en cierta ocasión
a Sara.
―¿Acaso has volado alguna vez? ―había replicado
Sara.
―Todavía no ―había contestado Tsukuru.»
Haruki
Murakami, Los años de peregrinación del
chico sin color
«Me
dio miedo dejar de estar alguna vez en el mundo y que los objetos conocidos ya
no volvieran a llevar mi marca. Y supe que la noción de la muerte es lateral y
oblicua, que se nos cuela de través por ahí, desde la inmovilidad de las cosas
huérfanas de su dueño, persistentes, parásitas, sin uso.»
«Había llegado a temer más que el peso mismo
de las circunstancias, la comprobación de que bajo aquel peso mis capacidades
imaginativas perdían a ratos el poder de seguir levantando el vuelo por encima
de la sórdida realidad, y que el tabique que separa a ésta de las estancias del
sueño no es más que una frágil bambalina cuarteada, amenazada de derrumbe. Por
esa grieta se colaban toda suerte de alimañas y pájaros agoreros.»
Carmen
Martín Gaite, La Reina de las Nieves
«En el origen del arte de
escribir está el gusto de mirar y aprender y la convicción de que las cosas y
los seres merecen existir: un sentimiento de respeto y a la vez de gratitud,
una curiosidad que es sobre todo una celebración de la pluralidad de las vidas
y del valor irreductible de cada una de ellas. El escritor no anda a la busca
de historias: escribe porque las ha encontrado y está seguro de que vale la
pena contarlas.»
Antonio
Muñoz Molina, Pura alegría
«Todo principio
no es más que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.»
no es más que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.»
Wislawa Szymborska, Fin y
principio
«Amor. Nadie, ni vos que andás de una
a otra, nadie puede comprender. Te agarra a traición, como algunas muertes. Y
ya no hay nada que hacer, ni patalear ni querer destruir. Porque no se sabe si
es una cosa que te golpeó desde afuera o si ya la llevabas como dormida y a
veces creíste que estaba muerta para siempre. Y qué pasa entonces. Que la
llevabas adentro y sin aviso alguno en un minuto salta y se te derrama por todo
el cuerpo y hay que aceptar y todavía peor, hay que alimentarla y hacer que
cada día aumente las fuerzas, obligarla a que te haga sufrir más.»
Juan Carlos Onetti, Los amigos
«No sabía bien qué decir. Me sentía
muy torpe. No sabía cómo alcanzarlo, dónde encontrarlo... Es tan misterioso el
país de las lágrimas.»
Antoine de Saint-Exupéry, El
Principito
«…el único amor que perdura es el que
lo ha aceptado todo, cada decepción, cada fracaso, cada traición, el que ha
aceptado hasta el triste hecho de que al cabo, no hay deseo tan hondo como el simple
deseo de compañía.»
Graham Greene, ¿Puede prestarnos
a su marido?
«Para
resistir, para seguir vivo, hace falta una buena dosis de idealismo. Capacidad
para mentirse. Sólo sobreviven quienes consiguen creerse que son lo que no son.»
Rafael Chirbes, En la orilla
«La
infancia es un lugar al que no se puede regresar pero del que en realidad nunca
se sale.»
Rosa Montero, La ridícula idea
de no volver a verte
«Por mucho
esfuerzo consciente que uno ponga, en el acto de escribir hay siempre una dosis
de sonambulismo.»
Antonio Muñoz Molina, El
atrevimiento de mirar
«Siempre he
creído que hay lugares que son imanes y te atraen si pasas por las
inmediaciones. Y eso de forma imperceptible, sin que te lo malicies siquiera.
Basta con una calle en cuesta, con una acera al sol, o con una acera a la
sombra. O con un chaparrón. Y te llevan a ese lugar, al punto preciso en el que
debías encallar.»
Patrick Modiano, En el café de la juventud perdida
«Somos los
lentos forajidos que inventamos los mitos, las religiones y la Historia, el
lenguaje y las drogas y el amor, únicamente porque sabemos que vamos a morir».
Félix Grande, Biografía
«Se puede uno perder yendo a tientas
entre las formas del pasado. Es espantoso la de cosas y personas que permanecen
inmóviles en el pasado de uno. Los vivos que extraviamos en las criptas del
tiempo duermen tan bien con los muertos, que una misma sombra los confunde ya».
Louis-Ferdinand Céline, Viaje al
fin de la noche
«…porque hacer literatura no sustituye
el amor que no se vivió
la dignidad que no se tuvo».
Jorge Riechmann
«Los niños
no ven la muerte porque su vida dura un día, desde que se despiertan hasta que
se van a dormir».
Donato Carrisi, Lobos
«Yo ya no sé llorar. ¡Y
mira que he llorado!»
José Hierro, Cuaderno de Nueva York
«He aquí mi
consejo. Mantente alejado de los que amas demasiado. Esos son los que te
matarán».
Donna Tartt, El jilguero
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