METÁFORA BLANCA
Pero otra parte de la ciudad no está jugando. Gente sin techo ha tenido que separarse de sus animales ―amigos, familiares más bien los llamaría yo― para dormir en albergues. Otros, recalcitrantes, han permanecido en sus refugios callejeros. La Cañada Real ha pasado la noche sin electricidad ni agua caliente. Hay un número inconcebible de personas atrapadas en coches y autobuses, supongo que mirando con angustia cómo desciende el nivel del combustible. Sanitarios bloqueados en hospitales, doblando turnos porque el relevo no puede acceder. Órganos para transplantes que no llegan a tiempo. No quiero imaginar las emergencias, las enfermedades, caídas, ataques de todo signo a los que es imposible atender; los traslados que no se podrán realizar y que tendrán trágicas consecuencias.
Perdonad mi humor oscuro, en contraste con esta capa blanca que se ha desplomado sobre nosotros. Las dos caras de esta belleza me tienen desconcertada. Esta nevada, de una magnitud que los madrileños no recordamos, me parece una elocuente metáfora de la condición humana.
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