MUJERES
Creo
que una de las mejores cosas que puedo hacer para festejar el 8 de marzo desde
este blog es reseñar el libro de Eduardo Galeano que lleva el oportuno ―para
esta fecha― título de Mujeres.
El
ejemplar de Mujeres que habita mi biblioteca llegó a mis manos hace
exactamente dos años, tres meses y dieciséis días. Puedo precisar hasta ese
punto porque fue mi regalo de cumpleaños del 2017 de un amigo que me conoce muy
bien y, por ende, siempre consigue conmigo ese objetivo tan difícil que es
acertar cuando se regala un libro. Desde que entró a formar parte de la escasa
comunidad de volúmenes que el espacio de mi casa me permite tener, Mujeres
me ha acompañado de forma intermitente. Lo he leído alternando con otros
libros, en orden y en desorden, lo he releído y vuelto a releer. Creo que me
acompañará toda la vida. Esa libertad viene favorecida por su formato, ya que está
compuesto por una serie de escritos breves dedicados a figuras femeninas de las
más variadas condiciones y épocas. Por sus páginas desfilan mujeres ilustres,
científicas, reinas, emperatrices, revolucionarias, libertadoras, artistas,
actrices. Episodios de las vidas de Marie Curie, Rosa Luxemburgo, Victoria
Kent, Camille Claudel, Sarah Bernhardt, Juana la Loca, Teodora o Cleopatra son
revisitados por la prosa precisa y sugerente de Galeano, que nos descubre aspectos
no tan rutilantes como los que exhiben las enciclopedias y libros de texto,
momentos de zozobra y de injusticia, luchas personales contra un mecanismo
avasallador. A estas mujeres reconocidas por la posteridad se unen las ignoradas,
las olvidadas, las líderes indígenas, las esclavas y prostitutas que lucharon
contra su condición, las esposas y amantes de los soldados, las madres de los
desaparecidos. Las páginas de Mujeres están pobladas de voces de
protesta, de momentos de rabia y desesperación, de luchas individuales y
grupales, del orgullo de ser mujer y la pesadumbre de serlo, de los nuevos
horizontes vislumbrados y no alcanzados nunca.
Abro
el libro al azar. Lo hago a menudo. Me asalta este breve texto sobre la pintora
Georgia O’Keeffe, titulado La
florista. Excelente el resultado de esta elección azarosa:
«Georgia O’Keeffe vivió pintando, durante casi un siglo, y pintando murió.
Sus cuadros alzaron un jardín en la soledad del desierto.
Las flores de
Georgia, clítoris, vulvas, vaginas, pezones, ombligos, eran los cálices de una
misa de acción de gracias por la alegría de haber nacido mujer.»
Con Georgia O’Keeffe y Eduardo Galeano, con las
miles de mujeres a las que he visto manifestarse hoy por las calles de Madrid,
con las miles y miles que habrán hollado otras calles del mundo, con los miles
y miles de hombres que las apoyan con su presencia y en su corazón: feliz,
comprometido y esperanzador Día de la Mujer.
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