EL CUMPLEAÑOS DEL MAESTRO

La semana previa a la celebración del Día del Libro en mi instituto trae siempre consigo cierto ajetreo y alguna anécdota que me divierte recordar. En esta ocasión, estaba yo presentando a un grupo de alumnos la figura de Charles Dickens; simplemente había comentado que el pasado mes de febrero se cumplieron doscientos años de… “¡Su muerte!”, aventuraron varios de los presentes, deseosos de adelantarse a mi explicación. Al verme negar con la cabeza, ya fueron más las voces que clamaron, unánimes: “¡Doscientos años de su nacimiento!” Y entonces hubo un alumno que fue más allá y quiso dejar constancia de su asombro al exclamar, en solitario: “¡Hala, qué viejo!” 

Precipitaciones e imprudencias juveniles al margen, me encantan estas efemérides que me permiten presentar a los chicos las figuras de grandes escritores que son para ellos desconocidos, por obra y gracia de unos temarios en los que la literatura ocupa un lugar cada vez más secundario. Hace un par de días me dediqué a buscar por la red cubiertas de ediciones de lo más variadas de las novelas del maestro inglés. Mi intención es proyectarlas el próximo lunes 23 en el hall del instituto, que siempre adquiere en esa fecha cierta animación de bazar con el mercadillo de libros de segunda mano que instalamos en él desde hace varios años.

Pero esta vez, conforme elaboraba la presentación de imágenes, me iba asaltando un inesperado sentimiento de melancolía: con cada diapositiva que creaba, me venía el recuerdo de personas que deambularon en cursos anteriores por nuestro animado hall el Día del Libro y que este año ya no trabajan con nosotros. Como me consta que algunas de ellas visitan este blog, me he decidido a incluir aquí la presentación que dará ambiente a nuestro mercadillo el próximo lunes. Es una forma de establecer lazos con gente con la que he compartido muchas experiencias y a la que tanto echo de menos. Eso sí, apelo a su memoria y a su imaginación: tienen que añadir a la placidez de las imágenes el bullicio de nuestros vendedores, el ruido de decenas de pies bajando las escalera en dirección al hall, los comentarios de los que curiosean los libros, las exclamaciones de fastidio de los pequeños que, armados de bolígrafos, intentan apuntar los títulos de las novelas de Dickens que se proyectan en la pared, a instancias de un profesor o profesora de Lengua especialmente pertinaz.





Como podrá apreciar el que se detenga a verla, se reúnen en la presentación cubiertas de ediciones de todo tipo: clásicas, eruditas, lujosas, de bolsillo, adaptadas, infantiles, populares… Me atrae especialmente la preciosa ilustración de cubierta de la reedición de David Copperfield publicada en la colección Austral con motivo del bicentenario, así como la espectacular portada art decó de la edición de Great expectations realizada por J. M. Dent & Sons. Y luego están, por supuesto, aquellas deliciosas versiones de la editorial Bruguera, con portadas coloridas y efectistas, en cuyo interior se alternaba el texto adaptado con páginas en las que la historia se desarrollaba en forma de cómic. Muchos lectores de mi generación tuvieron un primer contacto con los clásicos gracias a esta colección. Lo cierto es que, cuando contemplo imágenes de tan variado pelaje, me da por reflexionar sobre la acelerada conclusión del alumno al que me he referido al comienzo de esta entrada. Quizá su irreflexivo comentario tenga un fondo de verdad: ante tal despliegue de ediciones dirigidas a los públicos más diversos, da la impresión de que Dickens está más vivo que nunca. A lo mejor no estamos celebrando el bicentenario de su nacimiento, sino el cumpleaños del maestro.

Comentarios

  1. Qué punzada pensar que me perderé una de las celebraciones más significativas y queridas del Instituto… Cuántas pequeñas historias hemos compartido el Día del Libro, Beatriz. Seguro que recuerdas ese alumno que, nervioso e ilusionado, nos dijo que había adquirido un libro “muy antiguo” en el mercadillo, que menos mal que nadie se le había adelantado… Y las numerosas anécdotas de hace dos cursos: alumnos empeñados en memorizar poesías, buscando Corfú en el mapa, disfrazándose de Laocoonte… Mañana lunes 23 será un día “normal” aquí, de esos de recorrer pasillos de una clase a otra. Pero también veré pasar tus diapositivas ante la mirada atenta de algunas personas e imaginaré aquel espacio lleno de vida. Y os echaré mucho de menos...
    Un abrazo y hasta pronto,
    Choni

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    1. Te aseguro que también se te echará de menos a ti en ese rinconcito de Toledo que mañana va a estar tan lleno de movimiento y -espero- de curiosidad y amor por los libros. Es verdad que tenemos muchos recuerdos comunes de esta celebración en años anteriores; la pasada semana me vinieron especialmente a la memoria las exposiciones en la biblioteca, conseguidas a base de rapiñar aquí y allá ejemplares, algunos realmente curiosos, cedidos con generosidad por los compañeros. ¿Y aquel alumno que nos rogó que abriéramos el mercadillo para él antes de la hora, porque se iba de excursión y no soportaba quedarse sin el libro que quería? Qué no habrías conseguido tú con el tema de Dickens, este año. Un abrazo y hasta muy, muy pronto.

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