EL LADO DEL ÁNGEL
Hace dos semanas, tuve al fin la oportunidad de visitar los Grecos que se exhiben en el Hospital de la Caridad de Illescas. Estaba contemplando uno de ellos, abstraída en esa sensación que consigue crear siempre este pintor de estar abriendo una ventana hacia una realidad diferente, cuando me llegó, como amortiguada por la distancia, la voz de la guía. “Esta es la única Anunciación en que la Virgen y el ángel aparecen colocados de esa forma, ella a la derecha y él a la izquierda”. El comentario, que sin duda estaba incompleto, me sacó de mi contemplación y me desconcertó mucho. ¿La única Anunciación con la Virgen a la derecha y el ángel a la izquierda del cuadro? No me parecía posible.
Empecé a pasar revista mentalmente a imágenes de cuantas Anunciaciones recordaba haber visto, al natural, en libros de arte, en Internet. Desfiló por mi cerebro, cómo no, Fra Angelico, seguido por una cohorte de pintores italianos; desfilaron también los flamencos, con Van Eyck a la cabeza; corretearon los barrocos y los prerrafaelistas. Evoqué en sus múltiples versiones la sencilla imagen de la figura alada dirigiéndose a una muchachita, y lo que es curioso: era incapaz de determinar en qué lado del lienzo estaban uno y otro personaje, por más que se trataba de cuadros muy conocidos por mí. Me rendí. No me sentía, tampoco, capaz de preguntar a la guía a qué se había referido con su afirmación; era tanto como confesarle que no estaba haciendo demasiado caso a sus explicaciones.
Cuando llegué a casa, una simple investigación en la web me hizo comprender el sentido de las palabras que tanto me habían desconcertado. La Anunciación de Illescas es, en efecto, la única que presenta a sus dos protagonistas en esa posición, pero solo entre las que realizó El Greco, quien, por cierto, fue especialmente proclive a este tema. Incluyo aquí cuatro versiones entre las muchas que de la escena realizó el artista: la primera es la del Museo Thyssen; la segunda, del Museo de Toledo, Ohio, y las dos últimas pertenecen a los fondos del Prado. Es una delicia, creo yo, verlas así juntas, poder apreciar la evolución del pintor desde las rotundas formas clásicas de influencia italiana de la primera hasta el desenfreno vertical de la última. Y comprobar, por supuesto, que la Anunciación de Illescas es una excepción, y que El Greco siempre elegía la zona derecha del cuadro, la que es el puesto de honor para nuestros ojos occidentales, para que fuera el lado del ángel.
Lo curioso es que lo que en el caso de El Greco se erige casi en norma, es una originalidad en la historia de la pintura. Desde mi visita a Illescas me he dedicado a buscar Anunciaciones por la web, y puedo asegurar que, salvo contadísimas excepciones, la disposición habitual de los protagonistas de esta escena es justo la contraria a la que prefería El Greco. Desde el modelo rígido de los iconos, pasando por las estilizadas representaciones de los albores del Renacimiento, hasta versiones modernas, imaginativas, rompedoras y hasta irreverentes, los artistas han colocado una y otra vez a la Virgen a la derecha y han dejado que el mensajero alado irrumpa en escena por el lado izquierdo. No es extraño: para nuestros hábitos lectores de izquierda a derecha, la zona derecha de un cuadro es el foco de atención y está reservada al elemento más importante; en este caso, a la figura de la Virgen. El Greco lo hizo casi siempre al contrario. No es lo único, ciertamente, en que se mostró tan original.
No soy especialmente aficionada a la pintura de carácter religioso, y quizá por eso mismo esta búsqueda de Anunciaciones ha traído consigo varios descubrimientos. El primero ha sido comprender el enorme potencial artístico y expresivo de la escena: se trata de dos personajes frente a frente, uno sobrenatural y otro humano, en el momento en que el primero de ellos anuncia al segundo la noticia que cambiará por completo su destino. Las posibilidades de representación son infinitas. El ángel puede tener un aire cotidiano, entrar caminando en la casa de la Virgen como un simple mensajero terrenal, o puede aparecer volando, rodeado de otras criaturas celestiales; puede tener un rostro entrañable y cordial o el gesto inalcanzable de un ser extraterreno, mágico, amenazador. La Virgen puede recibir la noticia con humildad, con alborozo, con miedo, con sumisión. El entorno de la escena puede ser una casa burguesa, un vacío simbólico o una evocación de la vivienda bíblica. Un enorme repertorio de actitudes y ambientaciones se abre frente al pintor, que en cada caso elige las que mejor le sientan a su personalidad y a su época.
El segundo descubrimiento que se ha derivado de esta búsqueda ha sido el de una serie de cuadros que desconocía, algunos de ellos de pintores famosísimos. No me resisto a mostrar aquí las cinco Anunciaciones que prefiero entre todas las que he ido viendo estos días. Me ha costado mucho elegir, y de hecho he dejado fuera imágenes maravillosas, pero finalmente me he quedado con las que aparecen a continuación. Una era mi favorita desde hace años, las otras no las conocía y son el afortunado trofeo que he sacado de esta indagación por la red.
Abro fuego, como no podía ser de otra forma, con Fra Angelico, que realizó estas delicadísimas figuras de la Virgen y el arcángel Gabriel para un díptico que en la actualidad se encuentra en el Instituto de Arte de Detroit. Yo no las había visto nunca y las encuentro deliciosas, con su primitivo fondo dorado y sus rostros infantiles. Ojo a las vestiduras y a las alas del ángel, realizadas con primor de miniaturista. Y qué decir de ese libro que la Virgen estaba leyendo y que ahora sujeta con cierta torpeza, como si no supiera qué hacer con él en tan trascendental momento. Fra Angelico dota a la escena, como siempre, de una sencillez conmovedora.
Otro talante, otra visión del tema: vigor, fuerza, dinamismo, que es tanto como definir al autor, Michelangelo Merisi, Caravaggio. Como en todos los cuadros del genial italiano, hay un poso de violencia en la actitud de los personajes; este ángel sin rostro que irrumpe en medio de las tinieblas parece casi amenazar con el dedo a la mujer sumisa arrodillada frente a él. El entorno de la Virgen está retratado con una visión apegada a la tierra: al fondo entrevemos la cama deshecha, en primer término encontramos la cesta con la labor de costura que la mujer ha dejado a la mitad.
La única de estas obras que conocía, y una de mis favoritas desde que la vi por primera vez. Dante Gabriel Rossetti recupera la sencillez de los pintores primitivos en este extraordinario alarde de blancos interrumpidos solo por las notas intensas del rojo y el azul. La más niña de las Vírgenes, la más desvalida, se encoge en su lecho, intimidada por el anuncio de la extraordinaria trascendencia de su futuro. Un ángel sin alas esgrime con gesto inflexible frente a ella un lirio, símbolo de su enigmática concepción.
El misterio de la escena sobrenatural pasa a ser el elemento dominante en esta versión fantasmagórica del pintor francés James Tissot. Un ángel incorpóreo se cuela en el oscuro ámbito que habita una Virgen de vestiduras blancas como un sudario, sentada sobre un suelo alfombrado de reminiscencias orientales. La versión más alejada de los cánones clásicos, bien podría pasar por la ilustración de un inquietante pasaje de novela gótica.
Dejo para el final una curiosidad. He visto muchas Anunciaciones ajustadas a la posición clásica de los personajes, y algunas de disidentes de la norma como El Greco que invertían esa ubicación. Especial es el caso del pintor británico Arthur Hacker, que recrea la escena con la mágica ambientación de un cuento de hadas. La Virgen es una princesa y el ángel un genio maravilloso que se acerca a ella por los aires. Los rodea un jardín florido y, al fondo, se adivina la silueta de un castillo. Solo faltan el príncipe y el dragón, en esta escena de leyenda. Y lo más peculiar: aquí los personajes no se reparten el lado derecho e izquierdo del cuadro, sino que se sitúan en la misma vertical, en el centro de la imagen. En esta versión encantada de la Anunciación, el lado de la Virgen y el del ángel son el mismo.
Bea, no se si recordarás que en una ocasión comentamos cómo aparecían la Virgen y el Angel en un cuadro que surgió en una sesión de la tertulia. No se por qué surgió pero, ahora, cada vez que veo una Anunciación me acuerdo de ti y de tus aportaciones. L
ResponderEliminarTe confieso que he repasado todos los títulos que han servido de base a nuestra tertulia y no he conseguido recordar con qué ocasión hablamos de este tema. ¿Fue cuando revisamos las figuras del Pórtico de la Gloria de la mano de Manuel Rivas y "El lápiz del carpintero"? ¿Cuando vimos cuadros de Chagall que tanto tenían en común con el universo de Angel Wagenstein en "El Pentateuco de Isaac"...? Qué rabia me dan estos detalles que, cada vez más, se me quedan enredados en los pliegues de la memoria.
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