LIBRETA DE LECTORA (V)

«¿Para qué vivimos, si el viento tras nuestros zapatos ya se está llevando nuestras últimas huellas?»

Stefan Zweig, Mendel el de los libros


«…el pasado siempre es bonito, y también el futuro, sólo duele el presente y cargamos con él como un absceso de sufrimiento que nos acompaña entre dos infinitos de apacible felicidad.»

Michel Houellebecq, Sumisión


«En cierto sentido el escritor, al tiempo que crea una novela, crea también algo en sí mismo gracias a ella».

Haruki Murakami, De qué hablo cuando hablo de escribir


«Amo la noche con pasión. La amo, como uno ama a su país o a su amante, con un amor instintivo, profundo, invencible. La amo con todos mis sentidos, con mis ojos que la ven, con mi olfato que la respira, con mis oídos, que escuchan su silencio, con toda mi carne que las tinieblas acarician. Las alondras cantan al sol, en el aire azul, en el aire caliente, en el aire ligero de las claras mañanas. El búho huye en la noche, negra sombra que atraviesa la oscuridad y, alegre, embriagado por la negra inmensidad, lanza su grito vibrante y siniestro.»

Guy de Maupassant, La noche


«En definitiva, todo se ha desarrollado en un lugar inaccesible, similar a una profunda grieta. En el periodo de tiempo que va de la medianoche al alba, ese tipo de lugares abre puertas furtivamente en las tinieblas. En esos lugares, nuestros principios carecen de toda efectividad. Nadie puede prever dónde y cuándo van a engullir esos abismos a una persona; dónde y cuándo van a escupirla».

Haruki Murakami, After dark


«El placer de la bondad se concentra en sí mismo. En cambio, los placeres de la maldad son muchos y variados».

Lucy Clifford, La nueva madre


«Sé que estamos atados a nuestros enemigos, y que ellos tampoco pueden escapar de nosotros».

Sándor Márai, La herencia de Eszter


«Todo artista es un amante desgraciado. Y los amantes desgraciados quieren contar su historia».

Iris Murdoch, El príncipe negro


«Te odio, Dios, te odio como si existieras».

Graham Greene, El final del affaire


«…me enseñaron que ser un hombre libre es más que vivir en un lugar donde se proclama la libertad. Me enseñaron que ser libre es una guerra donde se debe pelear todos los días, contra todos los poderes, contra todos los miedos».

Leonardo Padura, Herejes


«Si, como había leído en alguna parte, el paraíso estaba ubicado en un sitio diferente para cada hombre, el suyo se encontraba sin duda allí, hasta donde lo había conducido el mapa que no estaba hecho de ríos y valles, sino de besos y caricias».

Félix J. Palma, El mapa del tiempo


«¿Todavía lo llaman enamoramiento? ¿Esa hacha mágica que corta el mundo de un solo golpe, dejando solo a la pareja, ahí, en pie, temblorosa?»

Toni Morrison, Amor


«Podría soportarse a sí mismo como muerto si en el mismo instante dejara de existir todo el mundo».

Peter Handke, El momento de la sensación verdadera


«…es su manera de mostrarse en desacuerdo sobre cómo está resultando el siglo, un tiempo en el que se sabe todo y no se entiende nada.”

Toni Morrison, Amor


«No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta».

Eduardo Galeano, La noche (fragmento del libro Mujeres)


«Qué tristeza, qué gran tristeza siento por los animales muertos, una tristeza que no parece terminar nunca. Mueren uno tras otro, de modo que estoy en duelo permanente».

Olga Tokarczuk, Sobre los huesos de los muertos


«Se preguntó si podía existir una distancia mayor que la que se abría entre dos personas que compartían el mismo lecho y fingían dormir».

Hening Mankell, Profundidades


«Amo el arte contemporáneo porque amo, sobre todo, la luz; todos los hombres la aman por encima de todas las cosas: por ello inventaron el fuego.»

Guillaume Apollinaire, Manifiesto cubista


«No será el miedo a la locura lo que nos obligue a bajar la bandera de la imaginación».

André Breton, Manifiesto surrealista


«Inspeccionó con unos prismáticos el horizonte que rodeaba el cerro. La soledad le pasó un brazo sobre los hombros y disfrutó con él de la observación silenciosa».

Jon Bilbao, El silencio y los crujidos

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