COMPAÑEROS DE VIAJE
La
muerte, igual que lo hace la vida, crea curiosos compañeros de viaje. No lo
pensamos con respecto a esa masa anónima que parte a diario con un rumbo
desconocido que pretendemos olvidar los que aplazamos idéntico viaje para otra
jornada, a poder ser de un futuro muy lejano. Solo cuando los viajeros nos son
conocidos, la coincidencia de fechas nos lleva a reflexionar.
A
mí me gusta fantasear con la idea de que los que dejan este mundo lo hacen de
forma apacible, sin grandes aspavientos y, a poder ser, acompañados. Lo vi muy
claro hace unos años, cuando el mismo día ―el 30 de julio de 2007― nos quedamos
de golpe sin dos monstruos del séptimo arte: los directores Michelangelo
Antonioni e Ingmar Bergman. Lo primero que me vino a la cabeza fue este
pensamiento: «De qué
estarán hablando ahora, estos dos?». Porque, en mi
imaginario de clara influencia cinematográfica, visualizaba a los dos viejos
maestros alejándose entre la niebla hacia su nuevo destino, charlando
amigablemente, un poco como Humphrey Bogart y Claude Rains en el mítico plano
final de Casablanca. Sin duda, en
este caso, estos nuevos compañeros tenían muchas cosas de que hablar.
Hoy la prensa me ha traído la noticia de la
desaparición de dos escritores: el uruguayo Eduardo Galeano y el alemán Günter
Grass. Raramente las primeras planas de los periódicos están tan llenas de
referencias literarias; lástima que sea por motivo tan luctuoso. De inmediato,
cuando he leído con sorpresa la coincidencia de ambos fallecimientos, me ha
venido la misma imagen de los dos colegas caminando hacia un más allá que en
este caso no imagino en blanco y negro y con la indefinición de un fotograma
antiguo, sino como una enorme biblioteca abarrotada de volúmenes (sin duda, el
gran Borges anda también por allí). ¿Tendrán mucho que poner en común, el
uruguayo comprometido con los pueblos indígenas, hábil comunicador y artífice
de formulaciones expresivas y poéticas de gran éxito popular, y el alemán
combativo de pasado incómodo, valiente e incorrecto, perpetuo fustigador de
vicios de la política y la sociedad? Tendrán mucho que discutir, tal vez
(quiero creer que, en el más allá, las diferencias idiomáticas no suponen
problema alguno).
He de confesar que tengo ya pensado el compañero
que deseo para ese viaje final. Como no hay obstáculos en el terreno de la
imaginación, me he permitido elegir a una persona vinculada al terreno de las
artes cuya labor me gusta especialmente. Por cuestiones prácticas, he procurado
que sea más o menos de mi generación (en realidad, me saca unos cuantos años,
pero supongo que no le importará esperar tranquilamente a que me llegue el día
para venirse conmigo). Qué hermosas conversaciones tendremos, sobre asuntos que
me entusiasman como el cine y el teatro. No se me ocurre forma mejor de
terminar esta vida: irme alejando en tan buena compañía, mientras, pongamos por
caso, a nuestra espalda va descendiendo el telón.
Precioso blog; un disfrute.
ResponderEliminar¡Gracias!
Gracias a ti, compañero bloguero. Bienvenido.
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