CERRADO POR CREACIÓN
Una
señal de fraternidad y de buen encuentro con los que nos rodean es recibir
muestras de interés por los problemas e incertidumbres de nuestro día a día. Un
simple: “¿Qué tal va tu garganta?” o “¿Te localizaron la avería del baño?” es
como una lucecita en medio del complicado rompecabezas, de la carrera de
obstáculos en que a veces se transforma el devenir cotidiano. Yo siento
especial gratitud hacia las personas con buena memoria para recordar mis
pequeños o grandes contratiempos (y buena voluntad para interesarse por ellos).
Tengo la suerte de vivir rodeada por un buen puñado de ellas. Y desde hace cosa
de año y medio, esas personas bienintencionadas se interesan una y otra vez no
por la salud de un familiar ni por el estado de una reforma doméstica, sino por
la novela que estoy escribiendo.
Casi
nunca hablo de proyectos ni de obras en proceso; herencia, supongo, de mis años
de actriz. La gente de la farándula es en extremo supersticiosa y teme que la
simple mención de un espectáculo que no está bien atado y cerrado lo eche todo por
tierra, como si una mínima indiscreción pudiera despertar la ira de los todopoderosos
dioses de los escenarios (ignoro quiénes pueden ser esos dioses, pero si
alguien me consulta, yo voto por el gran Molière). En realidad, tampoco en esta
ocasión me propongo hablar de la novela que me traigo entre manos, sino del
punto del proceso en que me encuentro, que es la recta final.
Comenta
Murakami en el prólogo de su maravilloso libro de relatos Sauce ciego, mujer dormida que es mucho más agradable y liberador
escribir historias cortas que novelas. No es el primer escritor al que le leo
una declaración semejante. Escribir una novela puede convertirse en una labor
ciertamente angustiosa: la sujeción que supone la elaboración de una obra de
doscientas, trescientas páginas; la coordinación de múltiples elementos para
que todos funcionen en el conjunto; la necesidad de recordar infinitos detalles
en la cabeza para no contradecirse o incurrir en errores que sin duda saltarán
a la vista del lector avezado, hacen que el proceso de escritura pierda
frescura y diversión y se parezca más a un trabajo metódico, a una obligación.
Y sobre todo, la sensación de que nunca se acaba. Desde hace meses, a los que
me preguntan por el estado de mi novela les contesto: “Ya está casi, ya está casi. Me faltan unas cincuenta páginas”.
Supongo que muchos de ellos se estarán preguntando si esas cincuenta páginas
son elásticas. Yo, desde luego, me lo pregunto también.
Pero
en definitiva, y ese es el motivo de esta entrada, en estos momentos me
encuentro, y ahora sí parece irrevocable, a pocas páginas del punto final. Y
como si de un marinero que acabara de avistar tierra tras una azarosa travesía
se tratara, me dispongo a concentrar todas mis fuerzas para conseguir atracar
la nave en el puerto. Eso quiere decir que este blog va a estar en compás de
espera durante un tiempo que no me atrevo a precisar, y que hoy es el último
día que renuevo material hasta que se produzca esa gran liberación. En
cualquier caso, los que lo siguen hace tiempo se habrán dado cuenta de que la
frecuencia de las entradas ha disminuido desde diciembre de 2011, que es la
fecha en la que comencé mi novela. Ahora extremo la medida y lo dejo, por un
tiempo, cerrado por creación.
Eso
sí: continuaré comentando un cuadro cada semana. Llevo haciéndolo dos años y
medio y tengo la impresión de que, si dejo de hacerlo, algo que prefiero no
precisar puede paralizarse en mi vida. Otra superstición, supongo, aunque esta
ignoro de qué o quiénes la he heredado.
Me alegra y me entristece tu decisión. Me alegra porque tengo verdadera impaciencia por leerla y me apena porque te vamos a echar de menos. Sentiremos que el ratito que ocupamos cada día en ver si hay algo nuevo va a quedar vacío. Nos queda la solución de releer, de recuperar entradas, qué se yo. Ánimo, Bea, escribe mucho y bien. Aquí te espero. L.
ResponderEliminarHola Beatriz :
ResponderEliminarTe deseo lo mejor, ánimo y empléate a fondo.Hasta pronto,seguiré pintando y disfrutando del cuadro semanal. Un abrazo:Martmina
Gracias a ambas por vuestros buenos deseos. Cumplida la misión de terminar mi novela, aquí estoy de nuevo, con energías renovadas, en este espacio que en realidad no he llegado a perder de vista del todo durante el último mes. Traigo la tranquilidad de haber zanjado un trabajo que ya sentía que se estaba prolongando demasiado y unas cuantas ideas para este blog. Y por supuesto, muchas ganas de comunicarme con vosotras.
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